Si todo lo anterior no lo ha convencido de que usted no
es un zombi, vaya al galpón o donde se le ocurra guardar las herramientas y
busque un serrucho, apóyelo en el cuello y mueva la herramienta con firmeza
hasta que logre separar la cabeza del resto del cuerpo. Después de eso,
finalizarán todas sus incertidumbres y demás conflictos existenciales.
Cuento originalmente publicado en el blog Químicamente impuro, http://quimicamenteimpuro.blogspot.com.ar/
Publicado en el número 4° de la Revista hispanoamericana de ficción breve,Fix100, http://www.cpecperu.org/docs/cpec/pdf/Fix100_4.pdf
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