jueves, 20 de marzo de 2014

Perséfone


Perséfone duerme. Sueña con un campo de lirios marchitos. Arrullada por el eterno hechizo, que la trae, la lleva, la encierra, se mueve y se agita. Siente las caricias de su amante sombrío y entreabre los ojos a una oscuridad densa, en la que sólo existen sus cuerpos. Percibe olores añejos, nacidos de las entrañas mismas de la tierra. Pero voces lejanas la llaman: intuye oscuros lamentos, adivina el frío, presiente la nieve. Vuelven los recuerdos. Recuerdos del aroma de viñedos y de la sed que saciara en infinitas tardes de estío. Antes de partir, antes de hundirse en el pozo profundo que ahora la alberga. Los árboles lloran, sus ramas vacías.
Perséfone duerme.


Ficción publicada en el blog:
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