Perséfone
duerme. Sueña con un campo de lirios marchitos. Arrullada por el eterno
hechizo, que la trae, la lleva, la encierra, se mueve y se agita. Siente las
caricias de su amante sombrío y entreabre los ojos a una oscuridad densa, en la
que sólo existen sus cuerpos. Percibe olores añejos, nacidos de las entrañas
mismas de la tierra. Pero voces lejanas la llaman: intuye oscuros lamentos,
adivina el frío, presiente la nieve. Vuelven los recuerdos. Recuerdos del aroma
de viñedos y de la sed que saciara en infinitas tardes de estío. Antes de
partir, antes de hundirse en el pozo profundo que ahora la alberga. Los árboles
lloran, sus ramas vacías.
Perséfone duerme.
Ficción publicada en el blog:
http//:quimicamenteimpuro.blogspot.com/
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