sábado, 12 de abril de 2014

Mal necesario




La criatura observa al hombre dormido. Para su gusto, es un ser rústico: los pelos le sobresalen de la cabeza, del cuerpo, de las piernas y hasta de la punta de la nariz. Su apariencia es realmente desagradable. Pero debe aceptar que el humano tiene la suficiente fuerza y agilidad para desenvolverse en su hábitat. Utilizando su mente le escanea la memoria: el hombre posee aptitudes sociales favorables para interconectarse con sus semejantes.
La criatura se decide: es eso o desaparecer en un mundo hostil. Su plástico cuerpo se alza, se estira, se afina hasta alcanzar las dimensiones necesarias para penetrar por la boca del humano.
El hombre se ahoga, tose, se despierta, se incorpora.

 Luego, sonríe.

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