Para las palabras rebeldes, caprichosas, que aparecen y se escapan, como los duendes, los trasgos y los espíritus efímeros, son buenas las servilletas de papel. Esas servilletas que, en las mesas del bar, aguardan una boca ávida, que deje en ellas su marca. Pero nosotros sabemos que también están ahí para que podamos capturar palabras tiernas como croissants recién salidas del horno. Por eso, cuando las palabras esquivas llegan por fin, no podemos evitarlo; la pulsión es más fuerte: las atrapamos. Junto a ellas, llegan apresurados pensamientos y sueños fugaces. Pagamos nuestro café y nos alejamos felices, la servilleta guardada en un bolsillo o en la cartera: porque la consigna es seguir escribiendo, seguir viviendo un poco, un poquito más cada día en esas palabras, atrapadas en las servilletas de papel robadas de un bar.
“...yo soy el invisible anillo que sujeta el mundo de la forma al mundo de la idea. Yo, en fin, soy ese espíritu desconocida esencia, perfume misterioso de que es vaso el poeta” Gustavo Adolfo Becker
lunes, 16 de septiembre de 2013
Palabras atrapadas en servilletas de papel robadas de un bar
Para las palabras rebeldes, caprichosas, que aparecen y se escapan, como los duendes, los trasgos y los espíritus efímeros, son buenas las servilletas de papel. Esas servilletas que, en las mesas del bar, aguardan una boca ávida, que deje en ellas su marca. Pero nosotros sabemos que también están ahí para que podamos capturar palabras tiernas como croissants recién salidas del horno. Por eso, cuando las palabras esquivas llegan por fin, no podemos evitarlo; la pulsión es más fuerte: las atrapamos. Junto a ellas, llegan apresurados pensamientos y sueños fugaces. Pagamos nuestro café y nos alejamos felices, la servilleta guardada en un bolsillo o en la cartera: porque la consigna es seguir escribiendo, seguir viviendo un poco, un poquito más cada día en esas palabras, atrapadas en las servilletas de papel robadas de un bar.
viernes, 13 de septiembre de 2013
Instrucciones post apocalípticas para corroborar la supervivencia
Si todo lo anterior no lo ha convencido de que usted no
es un zombi, vaya al galpón o donde se le ocurra guardar las herramientas y
busque un serrucho, apóyelo en el cuello y mueva la herramienta con firmeza
hasta que logre separar la cabeza del resto del cuerpo. Después de eso,
finalizarán todas sus incertidumbres y demás conflictos existenciales.
Cuento originalmente publicado en el blog Químicamente impuro, http://quimicamenteimpuro.blogspot.com.ar/
Publicado en el número 4° de la Revista hispanoamericana de ficción breve,Fix100, http://www.cpecperu.org/docs/cpec/pdf/Fix100_4.pdf
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