sábado, 16 de noviembre de 2013

Mutagénesis

Mutagénesis

Este cuento, que originalmente había comenzado como un largo diálogo entre dos personajes, un día me pidió crecer, para ser escrito de una manera diferente. Así nació Mutagénesis,  una historia que empieza de una manera tranquila y convencional, para luego incrementar su ritmo hasta transformarse en una narración vertiginosa. 
El siguiente es solo un párrafo, si les resulta interesante los invito a disfrutar de la lectura del texto completo, que ha sido publicado en el N°30  (Samain 2013) de la revista NM, 

http://www.revistanm.com.ar/


"...Los segundos se convirtieron en una línea muda de tiempo, saturada de paralizante tensión. Sintió un leve cosquilleo en las piernas y una creciente sensación de rigidez. Abrió y cerró las manos, para vencer al entumecimiento que trataba de apoderarse de sus miembros. Respiró hondo, exhaló y se rompieron varias probetas. Parpadeó, la luz le hacía doler los ojos: vio las paredes del laboratorio, el pasillo que se extendía al otro lado de la puerta, la calle, los autos, la aquietada placidez de ese dormitorio ajeno y a Liza en la cama, su blanco vientre trepidando bajo la mano pasiva de Walter. Román cerró los ojos, pero siguió viéndolo todo, lo que se extendía delante suyo y a sus espaldas, a la ciudad toda y un poco más allá. Se apoderó de un bisturí e intentó efectuarse un leve corte en el brazo, pero el instrumento no logró penetrar la piel. Lo había conseguido:..."


lunes, 28 de octubre de 2013

Sobre el extraño secreto de las microficciones



El extraño secreto de las microficciones

Misterioso resumen de una vida, encriptado en un momento, en un instante. Cualquier parecido con la magia es pura coincidencia.


Escritor de microficciones 
Trabaja como un joyero, engarzando palabras preciosas en oraciones mágicas.


El escritor y el hambre

El hambre del escritor se sacia con palabras, nuevas, viejas, usadas, ajadas, recreadas en otros tonos, con otras voces. A veces, necesita muchas, otras, con una sola alcanza.

jueves, 10 de octubre de 2013

Blues para un día domingo




Hugo despertó. Era domingo y se sentía feliz. Otra semana de tedioso trabajo había quedado atrás. Otra semana en la que había jugado a ser equilibrista en el subte, malabarista en el tren, corriendo siempre, sin poder parar. Pero era domingo y había salido el sol. Un sol que lo siguió durante toda la mañana y lo vio correr por el parque, dando una, dos, tres, diez vueltas. Después, el regreso, pasito a paso a su departamento. Un monoambiente en planta baja, con un patio que Hugo había llenado de macetas y en donde el loro, desde su jaula, le chillaba durante todo el día. De un trago se bebió toda el agua de la única botella que tenía en la heladera. Después, fue al baño, tiró la ropa en un rincón y se dio un baño caliente; un baño largo, sin prisa, sin nervios, total era domingo. Cuando terminó, se tiró un buen rato, en la cama, así como Dios lo trajo al mundo. Sintió hambre y puso a hervir agua en una cacerola; hechó unos fideos adentro y calentó en un jarrito un sobre de esos que traen salsas preparadas, que había comprado en el supermercado. Coló la pasta, la empapó de salsa y la bañó con queso rallado. Comió todo y limpió el plato con el pan, hasta que borró el último rastro de salsa.
No tenía ganas de dormir la siesta. Dejó los platos sin lavar en la pileta y  regresó al parque. Llevó la radio, se tiró en el pasto y se puso a escuchar fútbol. Se quedó en el parque toda la tarde, oyendo la radio, dormitando y recordando a la Nélida que, después de tratarlo de vago y de inútil, un día se marchó dando un portazo. Habían sido solo tres años de convivencia, que le pesaban como si fueran una vida entera. Ahora era libre, nadie le rezongaba ni le reclamaba nada, pero Hugo igual se acordaba de la Nélida, porque con ella se había ido un pedazo de su vida. Al caer la tarde una melancolía inútil lo arrastró al bar más cercano, pero no se pidió una birra. La guacha esa no me merecía que él se emborrachara por ella. Se mandó al buche un café con leche con medias lunas y aprovechó para leer el único diario que el dueño del bar ponía a disposición de los clientes. Así fue matando una a una las últimas horas del día domingo, hasta que la noche lo sorprendió regresando a su departamento. Prendió el televisor y se puso a ver cualquier cosa; la cuestión era quedarse dormido, sin tener que pensar demasiado. Total, al día siguiente, volvería a ser equilibrista en el subte y malabarista en el tren, y en la oficina, el auxiliar le ofrecería un café y lo llamaría señor Gómez, y por cinco días más volvería a sentirse una persona.  

lunes, 16 de septiembre de 2013

Palabras atrapadas en servilletas de papel robadas de un bar



Para las palabras rebeldes, caprichosas, que aparecen y se escapan, como los duendes, los trasgos y los espíritus efímeros, son buenas las servilletas de papel. Esas servilletas que, en las mesas del bar, aguardan una boca ávida, que deje en ellas su marca. Pero nosotros sabemos que  también  están ahí   para que podamos capturar  palabras tiernas como croissants recién salidas del horno. Por eso, cuando las palabras esquivas llegan por fin, no podemos evitarlo; la pulsión es más fuerte: las atrapamos. Junto a ellas, llegan apresurados  pensamientos y sueños fugaces. Pagamos nuestro café y nos alejamos felices, la servilleta guardada en un bolsillo o en la cartera: porque la consigna es seguir escribiendo, seguir viviendo un poco, un poquito más cada día en esas palabras, atrapadas en las servilletas de papel robadas de un bar.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Instrucciones post apocalípticas para corroborar la supervivencia


Tome un cuchillo bien filoso y hágase un leve corte en el brazo. Si mana sangre y experimenta dolor es porque aún está vivo. Desinféctese la herida y véndese bien. Si persisten sus dudas, usando un encendedor, vela o fósforo encendidos, acérquelos al otro brazo. Deberá notar un agudo ardor. En ese caso, aplíquese una pomada para quemaduras.

Si todo lo anterior no lo ha convencido de que usted no es un zombi, vaya al galpón o donde se le ocurra guardar las herramientas y busque un serrucho, apóyelo en el cuello y mueva la herramienta con firmeza hasta que logre separar la cabeza del resto del cuerpo. Después de eso, finalizarán todas sus incertidumbres y demás conflictos existenciales.





Cuento originalmente publicado en el blog Químicamente impuro, http://quimicamenteimpuro.blogspot.com.ar/

Publicado en el número 4° de la  Revista hispanoamericana de ficción breve,Fix100,   http://www.cpecperu.org/docs/cpec/pdf/Fix100_4.pdf

miércoles, 21 de agosto de 2013

Presentación del libro ¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género


Tengo el agrado de anunciarles la presentación del libro ¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género, antología en la ha sido incluída una de mis microficciones.



Lugar: Casa Brandon, Luis María Drago 236, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Día: Miércoles 4 de septiembre.
Hora:19.00 hs.
Disertarán: la escritora Luisa Valenzuela y el periodista y escritor Juan José Panno.
El miércoles 4 de septiembre a las 19.00 hs. se presentará en Casa Brandon, el libro ¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género, de Macedonia Ediciones.
Es una antología de 100 microficciones(cuentos brevísimos) de 100 escritoras argentinas, un aporte literario para contrarrestar entre otros tipos de violencia, a uno de los síntomas más revulsivos de nuestra sociedad, el femicidio.
La integran escritoras de trayectoria como Ana María Shua, Luisa Valenzuela, Silvia Plager o María Rosa Lojo junto a diferentes escritoras que respondieron a una convocatoria abierta. Esta antología es parte de un proyecto iniciado en Chile y que tiene su continuidad en otros países de América latina.

Esta es la lista completa de autoras:

ADRIANA TRECCO. Neuquén. Indeshojable
AÍDA ROISMAN. Neuquén. Un joven bello, inteligente, de buena familia…
ALBERTINA RAHM. Río Negro. La Colmena de la Chonga
ALEJANDRA ADI. Mendoza. Deluxe
ALEJANDRA BURZAC. Tucumán. Vaya mundo
ALICIA DUO. Mendoza. Una Dama
AMALIA VARGAS. Mendoza. Mire bien a mis hijos
ANA MARÍA MOPTY. Tucumán. Manchas
ANA MARÍA MURATTI DE URCIUOLO. Mendoza. Sangre virgen
ANA MARÍA ODDO. Buenos Aires. Revancha
ANA MARÍA PARUOLO. Buenos Aires. Pérfida prolijidad
ANA MARÍA SHUA. Buenos Aires. 187
ANA MARÍA TEDESCO. Buenos Aires. Esperanza
ANALIA KARINA CIGANOTTO. Bariloche. La grandota
ANDREA BENAVÍDEZ. San Juan. Jaula para dos
ARACELI OTAMENDI. Buenos Aires. El tiro del final
BEATRIZ CANO. Mendoza. Matecitos amargos
BETINA GONZÁLEZ. Buenos Aires. Copycat
BETINA GORANSKY. Buenos Aires. Amor sobre todo
BIBIANA RICCIARDI. Buenos Aires. Cadena perpetua
CARO FERNÁNDEZ. Mendoza. Yo soy
CAROLA MARTÍNEZ. Buenos Aires. Última vez
CAROLINA BRUCK. Buenos Aires. Espinas
CLAUDIA SÁNCHEZ. Buenos Aires. La espera
CRISTINA FEIJOO. Buenos Aires. De Pandora a Caronte
DÉBORA BENACOT. Mendoza. Durmiendo con el enemigo
DIANA LUZ BRAVI. Rosario. Grito
ELDA DURÁN. Neuquén. Desde otras aguas
ELVIRA UVA. Córdoba. Deshojada
ESTHER ANDRADI. Alemania. Recuerdos de provincia
EVANGELINA HERRERA. Buenos Aires. Testigo presencial
EVANGELINA ROSA MAYOL. Mendoza. El silencio
GILDA MANSO. Buenos Aires. Eva y Lilith
GISELLE ARONSON. Buenos Aires. Correlato
GLORIA PAMPILLO. Buenos Aires. Un solo escalón
GRACIELA FALBO. Buenos Aires. Lo peor
GRACIELA REVECO MANZANO. Mendoza. Una v… sólo por hoy
GRACIELA SUSANA PUENTE. Buenos Aires. Con dudas
GRACIELA TOMASSINI. Rosario. Lobo está
ILDIKO NASSR. Jujuy. La próxima
INÉS GAVIÑA. Buenos Aires. Cambio de piel
IRMA GLORIA PEÑAFORT. Mendoza. Hallazgo
KARINA ORELLANA. Córdoba. BASTA!
LAURA FELICETTI. España. Me
LAURA NICASTRO. Buenos Aires. Siglo XXI
LAURA RAMÍREZ VIDES. Buenos Aires. Herencia y resistencia
LIDIA MABEL ALVEZ. Corrientes. Despojo
LILI MUÑOZ. Neuquén. Teresa entre fogones
LILIANA CRISTINA GARCÍA. Buenos Aires. Y me crecieron las alas
LILIANA HEER. Buenos Aires. Silueta de un parricidio
LILIANA SALI. Mendoza. Sensaciones encontradas
LUCÍA DÍAZ. Buenos Aires. La sombra
LUCILA ROSARIO LASTERO. Salta. ¿Dónde estará?
LUISA VALENZUELA. Buenos Aires. Monólogo I
LYDIA E. CARABAJAL. Buenos Aires. Fea
MABEL PAGANO. Buenos Aires. Todos presos
MARÍA DEL CARMEN CAPDEPON. Mendoza. A veces restar es bueno...
MARÍA DEL PILAR JORGE. Buenos Aires. La gota
MARÍA ELENA LORENZIN. Australia. Más sería abuso
MARÍA ELENA ROCH. Santa Fe. In memoriam
MARÍA LAURA DEDÉ. Buenos Aires. Muñeca
MARÍA LUISA MARTÍ. Mendoza. Dominó escarlata
MARÍA ROSA LOJO. Buenos Aires. Como el agua
MARÍA SELVA CAPPELLA. Mendoza. Esa voz
MARIÁNGELES ABELLI BONARDI. Neuquén. Bodas de algodón
MARISA ALVEZ. Corrientes. Rebeldía del silencio
MARTA CANGELOSI. Mendoza. Asalto a la identidad
MARTA SUSANA DOMÍNGUEZ. Buenos Aires. Tomás de Lincoln
MARTA THOMAS. Mendoza. Cruzando la esquina
MIREYA KELLER. Buenos Aires. Dijo poco hombre
MIRIAM CAIRO. Rosario. Escépticas
MIRTA ZAGO. Buenos Aires. El puente
MÓNICA ANDREA DUCUING. Buenos Aires. Coraje
MÓNICA CAZÓN. Tucumán. El gato de María
MÓNICA ORTELLI. Buenos Aires. Son sin vuelta
MYRIAM GOLUBOFF. España. Basta!
NÉLIDA CAÑAS. Jujuy. La inmoderada
NORAH SCARPA FILSINGER. Tucumán. Encuentro de culturas
PATRICIA CALVELO. Jujuy. Sálvese quien pueda
PATRICIA NASELLO. Córdoba. Lo que quieras
PATRICIA ODDO. Buenos Aires. Cuando yo te miraba a los ojos, esto sucedía
PATRICIA PAZ. Buenos Aires. Selección natural
ROSA MIONIS. Buenos Aires. Obediencia
ROSALBA CAMPRA. Italia. Viceversa
ROSANNA ALTIERI. Buenos Aires. ¿Quién debe decir, basta?
SANDRA MARCELA MONTELPARE. Buenos Aires. Hecha pedazos
SARA ESTER LEW. San Juan. No es eso
SILVIA ALEJANDRA GARCÍA. Rio Negro. Ronda infantil
SILVIA CAMUÑA. Tucumán. Mensaje con alfiler
SILVIA MIGUENS. Buenos Aires. Quien pega
SILVIA PLAGER. Buenos Aires. Torquemada vive
SILVIA RENNE MELLADO. Neuquén. Reuniones familiares
SOFÍA CRIACH MONTILLA. Mendoza. Ella también se cansó
SONNIA DE MONTE. Mendoza. Cacería
SUSANA AGUAD. Buenos Aires. Desaire
SUSANA SZWARC. Chaco. Advertencias
VERÓNICA ARRIARAN SANZ. Río Negro. Dudosa justificación
VIVIANA RIVERO. Córdoba. Crisálida
ZULEMA MORET. Estados Unidos. Por eso crucé la frontera
ZULMA FRAGA. La Pampa. Discurso

domingo, 23 de junio de 2013

Evocación – María del Pilar Jorge





La mañana la abrazó

con un beso

de húmeda sal,

a lo lejos, el viento

traía ecos

de espuma de mar...

jueves, 18 de abril de 2013

Un mundo mejor



"Julio Oliveira odiaba el color gris. En un mundo donde el sol permanecía oculto tras una densa capa de niebla, niebla que teñía de gris casas, vehículos, personas, cosas y las máscaras, esas máscaras con oxígeno que se habían vuelto un adminículo más de la vestimenta de los ciudadanos, Julio Oliveira odiaba el color gris. ...."

El texto completo del cuento "Un mundo mejor" se puede leer en Literatura Virtual:
http://literaturavirtual.angelfire.com/MARIADELPILARJORGE.htm

miércoles, 27 de marzo de 2013

El último cielo


La pierna de Jaime se negaba a hacer ese repetido, mecánico movimiento con el que accionaba el pedal del freno: había sido demasiado alcohol, demasiado sueño, demasiado tarde para reflexionar. Cuando por fin logró hundir a fondo el pie, fue para descubrir que había pisado el acelerador. Delante de él, el otro automóvil avanzaba hacia el suyo. Ambos vehículos se desplazaban con un lento, inexorable, imparable movimiento. Jaime se aferró al freno de mano. En el último instante, creyó ver la cara del otro conductor. Después, el impacto lo atontó: todo pareció detenerse. Jaime pudo oler su propia muerte. 

Una ráfaga de aire frío y seco le hizo abrir los ojos: el parabrisas se había roto y en sus manos había sangre. Jaime luchó  por escapar de ese reducido espacio, pero  no podía moverse.  Cansado, agotado, exhausto, resopló.

El otro conductor había logrado salir de su auto. Era un tipo grandote,  la sangre le corría por la cara,  parecía un muerto viviente. Jaime estuvo tentado de soltar una carcajada. El desconocido se acodó en la ventanilla del automóvil y comenzó a insultarlo. Jaime  se limitó a mirarlo absorto. No podía hacer otra cosa;  le era imposible apoderarse del arma que tenía guardada en la guantera. Tendría que inventar algún pretexto para aplacar la ira de ese energúmeno.  Miró a su alrededor, no había aparecido ningún patrullero, ¿es que nadie vigila las cámaras de seguridad? Bueno, recién amanecía. Era muy probable que los del departamento de policía estuvieran durmiendo. Jaime no sentía ni las piernas ni los brazos. En realidad no sentía nada, ni siquiera dolor. ¿Se estaría muriendo? Existiría un último cielo para los que se   pasan la vida rompiendo reglas.  Quiso decirle al grandote que llamara al 911, pero ya no lo veía. Además, es muy difícil hablar con la garganta cortada.


 

jueves, 14 de febrero de 2013

Antología " ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género




Comparto una buena noticia: me han confirmado que mi microficción "La gota" va a integrar, junto con las de conocidas escritoras, la Antología " ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género".
http://100mujerescontraleviolencia.blogspot.com.ar/