viernes, 23 de octubre de 2009

Ottilia





En Ottilia, las calles son estrechas, empedradas, con lomas que suben y bajan. Las casas, blancas, con techos redondos y muchas ventanas en las que brillan los hilos de seda de las cortinas.
Los niños corren libres y sin miedos, gallinas y perros escarban la tierra de las quintas. El río está cerca. Es siempre verano, por eso las siestas son largos rituales.
Hombres hay muy pocos. Sólo permanecen los más viejos y los más pequeños.
Las mujeres tejen alfombras, cortinas, túnicas de texturas sedosas y colores claros. Suelen ser muy bellas y entrelazan cordones multicolores en sus trenzas.
Pero los forasteros temen quedarse a dormir en Ottilia.
Sucede que las camas están cubiertas por sábanas tramadas, y la leyenda cuenta que cuando las mujeres de Ottilia envuelven a sus amantes con ellas, sus cuerpos se transforman en simples dibujos impresos en las telas.

publicado en http://quimicamenteimpuro.blogspot.com/

5 comentarios:

  1. Hermoso y simpático cuento, María.
    Me gustó!

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  2. He decidido agregarte a mis blog preferidos después de leer un buen puñado de entradas. Me ha encantado tu blog, la armonía que se respira en él. La quietud de las palabras pausadas.

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  3. Uff, en ese caso prefiero seguir insomne. Llegué aquí a partir de un comentario tuyo en "Ráfagas, parpadeos" y este texto me gustó. Me daré una vuelta a ver qué encuentro.

    Un saludo.

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  4. Gracias a todos por la lectura y sus palabras.

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