En el cuento de la Cenicienta nada se dice de los espejos. Sin embargo uno de ellos jugó un papel muy importante en esa historia: borró la tristeza del rostro de la muchacha, la ayudó a disfrazar sus lágrimas y le permitió dibujar una sonrisa. Sin su asistencia, de nada le hubieran servido el vestido de fiesta y los zapatitos de cristal.
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